Entre las pasarelas más esperadas de la Semana de la Moda de Colombia está la de cierre, la puntada final de un evento que reúne durante tres días a todos los actores del mundo de la moda de nuestro país en Medellín. En esta ocasión la caleña Renata Lozano fue la elegida para poner el broche de oro, quien para su desfile escogió la Plaza de la Libertad, escenario que había sido ambientado en la versión anterior por la bogotana Kika Vargas, siguiendo esa propuesta de tomarse los espacios de ciudad con moda y hacerlos vibrar. Esta vez, este lugar de la urbe paisa se vistió de naturaleza, un bosque encantado fue el escenario perfecto para que las piezas de la colección primavera/verano 2017 de la diseñadora fueran exhibidas.

Una exploración de azules, verdes, rosas y rojos, conformaron la paleta de la exótica propuesta que se inspira en la naturaleza y en las aves, donde los boleros, las texturas, las transparencias, los trabajos manuales, la pedrería, el desarrollo del denim y el minucioso cuidado de los detalles se convierten en protagonistas, sobre vestidos románticos, faldas largas, chaquetas y pantalones, acompañados de sombreros y accesorios en su misma linea. Una propuesta más enmarcada en el lujo y que demuestra una evolución de la diseñadora, que hace un homenaje a la mujer desde su feminismo y su romanticismo intrínseco.

Este cierre deja en alto el nombre de la moda colombiana, una colección que explora las tendencias mundiales y las adapta a un contexto más local sin alejarse de su ADN característico. Una propuesta sólida y contundente, que como habíamos mencionado en publicaciones anteriores con otros talentos del panorama nacional, apuntan a un éxito internacional merecido.

Los ejercicios de moda desde la academia fueron uno de los puntos focales de Colombiamoda 2016. La cuota de creatividad desbordada estuvo a cargo de los chicos de la Colegiatura en su pasarela Jóvenes Creadores, que cumplió quince años de estar en marcha (aquí pueden leer nuestro review). En el caso de los estudiantes de la Universidad Pontificia Bolivariana, el emprendimiento fue la clave. Esta puesta en escena es el lugar perfecto para lanzar las marcas propias de estudiantes y egresados de la Facultad de Vestuario, mostrando un portafolio de nuevas propuestas que refrescan el panorama del Sistema Moda.

Propuestas en denim, del universo swimwear, prendas eco amigables y hasta una línea de vestuario enfocada a personas con movilidad reducida, fueron algunas de las nueve propuestas que se vieron en pasarela. Colecciones contundentes que demuestran una vez más, que la nueva generación del diseño del país va pisando fuerte y que los legados quedarán en grandes manos.

Entre blanco y negro, María Alejandro Osorio cuenta una historia de moda con funcionalidad desde su marca Latuu, que se compone de una serie de prendas enfocadas a personas con limitaciones de movimiento pero que igualmente pueden ser usadas por todos. Los cortes, los textiles y los patrones son la innovación de esta marca, que dan solución a esta población que no encuentra otras opciones en el mercado actual.

Por su parte, Urban Jungle, de Carolina Salazar, es una marca que busca desligar el género de las prendas construidas en denim. Las líneas entre lo masculino y lo femenino se desdibujan de una manera estética y práctica de la mano de los referentes urbanos, de los movimientos musicales como el hip hop, que dan como resultado siluetas amplias y desestructuradas para el día a día. 

Denim Guide es otra de las propuestas enfocadas al legendario tejido de trama y undimbre, en esta propuesta, Ana  María Villa, busca crear conciencia medioambiental desde los procesos de tejidos y lavados de las prendas, reduciendo los procesos de lavado y dejando a la vista el denim en su estado más puro, desarrollando así un proceso de tejido más riguroso y con más calidad; estas bases textiles fueron desarrolladas de la mano de Santista Jeanswear. 

Entre las demás propuestas se encuentran marcas como Monumental de Mariana Márquez, donde los volúmenes del origami se vuelven la base fundamental para la construcción de las prendas. Nicolle Barrero de Zoul Swimwear, busca llevar al lujo máximo este universo del vestuario, decantándose por construcciones con telas como la seda, el chiffón y el tejido de punto. Laura Sánchez fusiona el jeanswear con el universo activewear en su marca Wolves Adventure, creando una linea de vestuario para el hombre moderno que se mueve en la ciudad, creando prendas adaptables y funcionales para enfrentarse al diario vivir. Muzu de María Camila Pérez, Nu Lingerie de Paula Patiño y Champlevé de Sara Piedrahita, completan los nueve emprendimientos que UPB sacó a la luz en esta edición de la feria. 

Sin duda, en esta edición de Colombiamoda, los nuevos talentos y la nueva sangre del diseño nacional fueron los protagonistas y quienes se encargaron de dar luz a la feria. Carlo Carrizosa, Mullier y Andrea Landa presentaron propuestas contundentes que marcan un camino de éxito con un ADN claro, con diseño de autor valioso y con procesos de construcción que valen la pena rescatar, como el manejo del cuero, de volúmenes o de tejidos. Para el tercer día, Arata y Bastardo en la pasarela FUCSIA, fueron los encargados de reafirmar que la nueva generación de diseñadores colombianos tienen mucho para ofrecer al país y al mundo.

Por un lado, Francris Arata con su marca ARATA, presentó su colección "La Dolce Campagna" donde los tonos crema, los estampados, los escotes, el romanticismo y una feminidad suave fueron los protagonistas. Para esta construcción la diseñadora viajó a su pasado y recordó sus días de infancia en Italia, cuando se sentaba en la mesa a cenar con su abuelo. Una historia contada en telas que rescata sus más profundos sentimientos, llevada a escena con prendas que reflejan un perfeccionismo por los detalles, como las costuras y las terminaciones deshiladas, intencionadas, que daban el toque perfecto a sus piezas.

Ruben Antorveza dio el toque de oscuridad con su marca BASTARDO, un momento que deslumbró por sus diseños, donde las fobias y las filias, la repulsión y la atracción, se convierten en la principal inspiración para el diseñador, donde desarrolla un proceso de contrastes entre materiales y colores, además de incorporar impresiones digitales, donde las flores exóticas eran el foco. Un momento para romper paradigmas, para interrumpir tanto romanticismo y feminidad que por estos días está más en tendencia, dejando claro su ADN e imponiendo un estilo fiel a lo que ha sido su marca desde su nacimiento. Su mente y sus creaciones son de esas diferencias necesarias para oxigenar el panorama y para contar historias con fundamentos, exploradas desde diferentes ojos y llevadas a los armarios de quienes se arriesgan y no temen en explorar en ese campo tan libre y que permite soñar tanto como lo es el de la moda.

Johanna es uno de nuestros pesos pesados en el panorama de la moda internacional, su éxito desatado después de haber cerrado Colombiamoda 2014 con su colección Nativa, dejaron un sello y un ADN claro; el regreso del escote bardot y los boleros comenzaron a invadir las páginas de revistas, los armarios de it girls y por supuesto, Instagram fue testigo de esto. Para esta vigesimoséptima edición de la feria, Ortiz presentó su colección Resort 2017 (alineada al calendario internacional), donde el Caribe sigue siendo una fuente inagotable de inspiración para la caleña.

Su fórmula ganadora sigue presente en esta propuesta; los escotes, los boleros y los anudados están ahí, se deben ver con otros ojos, desde la construcción y la exploración de materiales para cada pieza, hasta el terminado y la perfección de cada costura. Un trabajo que da pie para que Johanna siga creciendo en el mundo y siga llevando el nombre de la moda colombiana a lo más alto y lejano. Su mente; visionaria, creativa y con una capacidad intrínseca de entender a sus consumidoras, es la fórmula de éxito que la ha llevado a estar en las noches de la feria tres años consecutivos, vender en Moda Operandi y Net a Porter, aterrizar en las vitrinas de Bergdorf Goodman y traspasar fronteras llegando a lugares como Kuwait, Reino Unido, Qatar, Taiwán y Arabia Saudí.

Dominica, Morgan, Barú, Celia, Trinidad, Tobago, Curaçao, Saint Martin, Antillana, Cabo Rojo, Isla de Fuego, Bahama, Maldive, Marmara, La Santa María, Aureliano Buendía, Bahía, Providence y Playa del Carmen, son solo algunos de los nombres que han recibido las piezas de esta colección que está inspirada en la vida de una mujer a la orilla del mar, que vive entre pequeñas casas llamativas que reflejan el sabor y el vivir de un pueblo pesquero, que tiene en frente un mar lleno de historias y que está habitado de canoas. Colores como el rojo, el azul, el verde, el blanco y el crema, se mueven sobre vestidos, tops, pantalones, faldas y cinturones, entre los que resaltan boleros arriba, en el centro o en la parte inferior, escotes completos o de un solo hombro, juegos de volúmenes y estampados, entre líneas y flores, se construye una historia de patrones, donde la mujer resalta inmediatamente.

Esta inspiración la pudo reflejar perfectamente el equipo de 3cero2 bajo la dirección de Felipe Espinosa, encargados de la producción del desfile. El Parque Biblioteca de Belén fue el espacio elegido para la pasarela de Johanna. En el medio un espejo de agua que en su superficie tenía canoas y manglares de flores, nos transportaron a ese pueblo del que Ortiz habla con su colección, modelos caminando sobre el agua y una sensación de que la moda está invadiendo a Medellín, tomándose espacios inesperados que cuentan historias y se conectan con esas que los creativos de nuestra industria nos quieren contar, un valor rescatado de los fundadores de Inexmoda, quienes hace algunos años volvían como propios el Ferrocarril, bodegas o picaderos de clubes de la ciudad para llenarlos de la magia de la moda.