La era de Christopher Bailey en Burberry ha terminado, y su última pasarela, con la que se despide de la marca después de 17 años a bordo, deja claro que su talento y visión son increíbles. Quizás, esta colección sea la más fresca, auténtica, libre y feliz de su paso por la casa de moda británica, retomando clásicos increíbles de sus colecciones y poniendo rayos de color sobre algunas prendas que pasarán a la historia.
Con Memories de Bronski Beat retumbando en un edificio al oeste de Londres mientras un juego de luces preparaban a su público para su puntada final, Bailey presentó una serie de piezas que hacían un guiño a las más de 70 colecciones que diseñó para la firma y de las que escogió lo mejor para inspirarse y traerlas al presente de una forma nostálgica. Gabardinas, corta vientos, abrigos pesados y sobre dimensionados fueron algunas de las prendas que sobresalieron dentro de la propuesta, donde la mezcla de estampados artísticos, los clásicos cuadros de la casa, el tartán y las flores, se combinaban a la perfección.
Entre una y otra salida, algunos iconos de la casa se pintaron de arcoíris, a modo de protesta por el rechazo y el abuso a la comunidad LGBT y como una celebración de la libertad y el amor sin géneros ni sexos. Gorros, abrigos, capas, bolsos y tenis se pintaban de múltiples colores para celebrar esa diversidad y gritarle al mundo su apoyo a esta comunidad, en muchos rincones del mundo, marginada. Es maravilloso que una marca que nació para ofrecer gabardinas a la milicia, hoy en día celebre la diversidad y la igualdad con sus prendas y sus acciones. El cierre con broche de oro estuvo a cargo de Cara Delevingne liderando el carrusel de cierre con abrigo sobredimensionado donde caían los colores que le daban vida, caminaba al ritmo de Don't Leave Me This Way de The Communards, mientras un arcoíris de luces creado por United Visual Arts, formaban un arco sobre la pasarela